viernes, 15 de junio de 2012

LA VISITA DE ELHUYAR




                                                  LA VISITA DE ELHUYAR (XII)


Me permito volver la mirada a la página anterior (XI) , donde hacía referencia al letargo en que estaban postradas las Minas  tan sólo sacudido por el  débil  laboreo de la cementación  natural, que si bien no atendida adecuadamente, habíanse introducido por Martínez  Marcos algunas reformas para mejorar su aprovechamiento,  consistentes en arreglo del canaleo en el socavón de San Roque y la sustitución del hierro viejo por la planchuela de Vizcaya que ya habían empleado los arrendatarios suecos en pasados años. Pese a lo  económico de su mantenimiento se obtuvieron 2318 @ de cobre fino en 1820 y 2333 @ en 1821 calculándose que el costo toal de la libra no ascendía a 2 Rsv.  No obstante, las medidas no eran suficientes para cementar todo el cobre que, en disolución, arrastraban las aguas de la mina.
Por consiguiente, en 1822 Don Juan Santana Bolaños solicitó el aprovechamiento de las aguas, después de haber sido beneficiadas en la cañería de cementación y cuyo disfrute se le concedió desde 1824 a 1827 pagando un canon al Estado de 500 Rsv/dia. Los productos “oficiales” obtenidos por el Sr. Santana Bolaños fueron de 1657 @ de cobre fino.

Llegamos a la época en la que visitó a Rio Tinto el eminente Don Fusto Elhuyar que había sido
Director del Tribunal de Minería de Méjico y digno consejero del Excmº Sr. D. Luis López Ballesteros Varela (Ministro de Hacienda y Senador vitalicio de Reino)  que había llegado a España tras la pérdida de las colonias en 1821. Su visita conllevaba y requería de su experiencia para informar de la situación del establecimiento que evacuó el 12 de Febero de 1823
Una parte de dicho informe la transcribe, elogiosamente, Rua Figueroa en su Ensayo sobre la Historia de las Minas de Ri Tinto de 1859 y se entrecomilla a continuación:

“Da compasión, ver un establecimiento que había llegado a un estado tan floreciente con esperanzas seguras de progresar, tanto edificio construido con grandes costos, y una población de 500 almas, formada a su sombra  y único amparo, reducido todo a la inacción, desmanteladas muchas de sus principales fábricas, libradas aquellas a la mayor miseria, y disminuido considerablemente su número en la mayor parte por haber tenido que dedicarse en otros parajes a distinto ejercicio, quedando muy pocos en actitud de continuar en el de las minas….”

El informe sobre la situación en la que el establecimiento yacía, dio lugar al convencimiento público de la imposibilidad de su rehabilitación por parte del Gobierno y en 1824 surgió una propuesta de arriendo pero que fue rechazada previo el dictamen del Director de Rio Tinto, de la Dirección Gral de Rentas y otras dependencias del Estado, según se desprende de la R.Orden siguiente:
                “Enterado el Rey, N.S. del proyecto presentado por los comerciantes Rollac, Jorge y Cía., sobre tomar en arriendo las Reales Minas de Rio Tinto y con presencia de los reparos puestos a él por el Director de la Real Caja de Amortización e informe dado por V. SS (Directores Generales de Rentas) acerca del mismo asunto, a tenido a bien S.M. declarar que a las Reales Minas por su naturaleza no deben enajenarse, ni darse en arriendo, sino elaborarse por cuenta de la Real Hacienda, mientras no se pierda la esperanza de que ella lo pueda hacer. Etc”.

¡Que clarividencia la del Rey, Nuestro Señor Don Fernando VII. ¡!

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