martes, 19 de junio de 2012

LABOREO DE LAS CALCINACIONES (XVII)


                                      LABOREODE LAS CALCINACIONES   (XVII) 
En opinión de Joaquín Ezquerra, reflejada en la Revista Minera de 1859 (Tomo X, pag.47) no le mereció positiva valoración  la Contrata otorgada por subasta a D. Gaspar Remisa, según le leemos  seguidamente:

“Desgraciada fue bastante esta empresa en sus primeros años, por el poco acierto que tuvo en la elección de su Director facultativo,  (Entendemos se refiere a D. Alejandro Vicente Espeleta) hombre anciano y de limitados conocimientos en el ramo, con la triste combinación  de que el Director facultativo de la Real Hacienda para vigilar sus  intereses era todavía más anciano y de menos conocimientos y, sobre todo, estaba completamente sordo (D. José Martinez Marcos)
Los dos viejos eran de un carácter sumamente irascible; de modo que estaban en continuos debates que resultaban siempre perjudiciales para el Establecimiento, el cual sólo producía gastos y ninguna o muy poca utilidad.

Al cabo de ocho años, -1836- (Para Esquerra la Mina fue entregada a Remisa en 1828, mientras Rua Figueroa, con más fundamento, creo,  la sitúa en 1829) cansada la empresa de perder, o por lo menos de ganar poco, tomó la enérgica determinación de cambiar a sus empleados. También, al año siguiente, fue jubilado el Director por el Gobierno.

Desde entonces todo aquello cambió de aspecto y comenzó la prosperidad, tomando incremento en 1839 la aplicación del método de cementación llamada artificial. En los intereses de la nueva empresa estaba ocultar los verdaderos rendimientos de aquella hermosa finca, en lo cual era muy bien secundado por los nuevos empleados”

Todo lo estudiado apunta a que  la labor que prioritariamente, con casi apenas coste y gran facilidad  empleó la nueva empresa de Remisa en la obtención de vitriolos, beneficiándolos,
a la vez que se adoptaba la intensificación del sistema de cementación artificial, tostando el mineral en un primer proceso, para conseguir el  cobre contenido en ellos.
Presentando la masa enorme riqueza en la exposición de vitriolo, las bóvedas y cámaras, que lo contenían se prestaron a una intensa explotación que, Rua Figueroa calificaba de incontrolada rapiña, anteponiéndola al lógico mantenimiento ó relleno –queremos entender- de las zonas productivas.

La calcinación de minerales, por su importancia económica y científica era lobjetivo de especial atención. El citado Espeleta a quien se conceptúa como, “innovador no muy afortunado”, contribuyó aportando su parte a este sistema del mecanismo industrial de Rio Tinto, pero fue D. Ignacio Goyanes (Ingeniero del Cuerpo de Minas) quién sustituyó a los hornos cónicos, prismas ó teleras (nombre derivado de la forma, por su parecido, a los panes consumidos en cortijos de una parte de Andalucía) con una economía considerable en mano de obra y combustible (¡?¡) triplicando la producción.
El sistema se implantó en 1839, no sólo sin el beneplácito y conocimiento –parece inverosímil- del Gobierno.

Una primera conclusión nos inclina a reconocer que fue la RTCL, en 1873, quien encontró ya implantado el sistema de calcinaciones. Aunque, por supuesto, lo potenció durante su gestión.

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