sábado, 12 de enero de 2013

LA CAPILLA PRESBIERIANA (3)

Su formación académica transcurrió en la Academia de Perth, la Universidad de Edimburgo, el Owen´s Collage de Manchester y Divinity Hall de la Iglesia Presbiteriana Unida.(Según citas del libro de Andrew Ross: “The Lyons of Cossins and Wester Ogil –Cadets of Gladis” –Pag.77-)

Después de ejercer, cuando contaba 25 años,  apostolado en calidad de Capellán de los pescadores en las islas Shetland, llegó a Madrid el 24 de Diciembre de 1869 como Representante de la Misión Presbiteriana Unida de Escocia, (Cita: “Nuestras Raices” de Edo Arencón)  al amparo de la flexible libertad religiosa recogida en la Constitución de 6 de Junio de.1869, promulgada por la Regencia del Gral Serrano tras “La Gloriosa” anteriormente mencionada.(Destr. Isabel II)

Ingente debió ser la actividad desarrollada por el joven religioso compartiendo el trabajo apostólico con la vida familiar en aquel Madrid donde concurrían intereses muy sensibles y arraigados de la religión católica, chocantes con otras doctrinas diferentes a esta única,  hasta entonces permitida.
Es relevante pues, la referencia extraída del “British & Foreing Bible Society Archive” (Vol. XLIX-81) -Año 1895- que se copia a continuación:

   “Hay 47 provincias en España, 5 donde está establecida la Sociedad Nacional Bíblica Escocesa que emplea a 15 colportores.
La población en 1887 es de 17,5 millones de los cuales 6 son protestantes.
Dirección especial la desempeñada por el Sr. Jameson tratando de hacer conocer mejor la Biblia y significativo en los tres ultimos años esforzándose por llegar a los más altos estratos de la población no sin éxito”.

Interesante la información que facilitaba con regularidad a la Sociedad que le patrocinaba y aquella publicó, en 1893, bajo el título “Destellos del Pensamiento Español y de la Vida”, referida a las diferentes provincias visitadas. Pero siendo necesario resumir su vida afectiva, ya que la extensión agotaría numerosas páginas, llegamos a concluir que como consecuencia de su dominio del idioma e idiosincrasia, las amistades debieron componer cifras muy elevadas en los ámbitos no sólo religiosos de Madrid sino también  en un amplio círculo laico, lógicamente,  al margen de cualquier religión.
Los años jóvenes pasados en Madrid, constituirían imborrable recuerdo durante toda su vida pues allí quedaron sepultadas sus pequeñas, Margaret e Isabella, además del fruto de 25 años de trabajos, cuya semilla había plantado en el transcurso de ellos.
 El amor por Madrid y, hacia otro punto que el futuro le reservaba, ocuparían siempre privilegiado lugar en sus más íntimos sentimientos.

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