jueves, 17 de octubre de 2013

LA IGLESIA DE BELLA VISTA (1)

                                   LA IGLESIA DE BELLAVISTA


No era fácil, no,  disociar la visión  mantenida desde aquel lejano día donde en el mismo lugar que ahora hollábamos  fue depositado el ataúd del último “General Manager” de la otrora célebre Compañía, -tan distinta a la de Jesús- con la seguida por una audiencia, algo minoritaria, pero muy aplicada a las charlas/conferencias de esforzados y capacitados profesores de la Universidad de Huelva, impartiéndolas en un curso de verano que, acertadamente, eligieron el sitio ideal para ejercer la docencia.

Nos referimos  a la antigua iglesia presbiteriana de Bella Vista, mucho más conocida en la actualidad que lo fuera en tiempos pasados y punto hoy de obligada visita para rutas turísticas locales.

Acudían las reminiscencias justo en un receso, al término de una clase interesante, a la expectativa de otra, no menos prometedora. Los mullidos y viejos bancos, cubiertos con rojos almohadones, invitaban cómodamente a meditar, bajo las entrecruzadas cerchas de la techumbre, ojivales ventanas, carcomidas maderas del piso e incluso el silencioso órgano, que habían sido mudos testigos de un tiempo pretérito y desde los cuales destacó, el desaparecido facistol donde el Ministro de turno exhortaba a la foránea feligresía al cumplimiento de las prescripciones bíblicas, muy a tono con las doctrinas de la Reforma Protestante del siglo XVI

Forzando la memoria, diseñaba de forma precisa aquél lejano día de Septiembre del año 1955 en el que la “Hermana Muerte” se fijó en ese Manager, llegado a Rio Tinto en 1923 para ponerse a las órdenes, entonces, del inefable Browning. En la citada fecha anterior,  al brillante ataúd a los pies del altar, lo cubría la bandera británica.
Se trataba de Charles Robert Julian sobre quien el diario Odiel Nº 5140 publicó su obituario. (8 -9-1955)
Era evidente que  con éste suceso se cerraba el rito protestante que había sido impartido y perdurado en la colonia inglesa desde antiguo, en tan singular edificio, que vino a sustituir al construido en madera, exhibido en la Exposición de Madrid de 1883. 
Desde el año 1881 el Presidente Matheson había mantenido conversaciones con las autoridades de la Iglesia Presbiteriana, en Escocia, (de cuya comunión era ferviente  miembro y destacado “eldest”)  dando por resultado en el mismo 1883,  la designación del Rvd. David McDonald para administrar las doctrinas de dicha fe, en Rio Tinto, en tanto que en 1885 el Board de la Compañía aprobó el nombramiento del Rvd. J. Felfer para establecerse en Huelva.

El mencionado primer Capellán se vio obligado a dimitir, en 1887, cuando su esposa contrajo una enfermedad coronaria, siendo sustituido por el Rvd, John Jeffrey que, a su vez, permaneció en el empleo hasta que sus ojos nublados por la ceguera en 1909, le obligaron al retiro. En este escocés recayó el honor de inaugurar el edificio que se construyó en 1891 pero que presumiblemente, no se abrió al culto hasta 1893.

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